jueves, 21 de septiembre de 2023

MEMORIAL DE DERROTAS

 


Iniciar un proyecto como este golpe a golpe…, y abandonarlo al poco tiempo durante más de un año supone, posiblemente, un fracaso, un combate conscientemente perdido. La vida no es más que una serie de derrotas diarias previas a la definitiva hecatombe. Mas  para que a una derrota le suceda otra, es necesario levantarse y continuar la lucha. Y en eso estamos ahora. En esta contienda semanal, en estos 52 golpes retomados, como latigazos en la página en blanco, para sentir el acre y dulzón aroma de la sangre derramada y las batallas no ganadas. Y el detonante no ha sido otro que varias andanadas que, si bien no lo han hundido, dejan el barco desarbolado. Entre ellos el derrumbe electoral de Sentim Sabadell el ya lejano 28 de mayo que tanto ilusionó a un grupo variopinto de ciudadanas y ciudadanos (no utilizaré más esta construcción, pero eran más mujeres que hombres en la candidatura) que nos hemos enriquecido mutuamente con nuestras experiencias previas y nuestras vivencias en común. Fue bonito mientras duró. También lo es la consecuencia: el grupo resultante sigue en contacto y comprendemos mejor la idiosincrasia de la ciudad que habitamos. No caló el mensaje, como sí lo hizo el de Sentir Aranda (Como no sabíamos que era imposible, lo hicimos.), que se llevó el gato al agua en Aranda de Duero con unos planteamientos hermanos de los nuestros. Nosotros sabíamos que era difícil: resultó imposible. La política no es extrapolable de un lugar a otro. Escribí en algún sitio que una misma parra puede dar uvas diferentes. Y si a unos les apetecen unas, otros se decantan por las otras.

Proponerse escribir un texto semanal y publicarlo en un blog como éste, puede llegar a resultar arduo; también es farragoso escribir a palo seco, sin mayor ambición que la satisfacción de sentir que no se ha errado totalmente el camino. Y surge con frecuencia, en ambos casos, el abandono, la deserción ante la página en blanco. La derrota, en definitiva. La constatación de que la guerra está perdida, pese a momentáneas victorias que velan la tragedia. Y ahí le andamos de nuevo, a bordo de un bajel que quiere ser pirata surcando mares de tinta con la ilusión por bandera. Nos embarcamos en naves con amplias probabilidades de naufragar, aunque alguna consigue llegar a su destino y salvar la autoestima en breves momentos de gloria. Pero, en general, vamos a la deriva y con la derrota cambiada.

Memorial de derrotas es el título de un poema que obtuvo en 2018 el primer premio en el III Concurso Litteratura de Poesía y está recogido en Continuidad de la luz, la última entrega de mis versos. Él solo justificaría este post. 

Comienza así:

Venimos del territorio común del desencanto,

de derrotas en batallas anteriores a la guerra

desatada a diario en trincheras amarillas,

batallas que perdimos antes de esta lucha encarnizada

que mantienen cada noche los perros con la luna.

Y más adelante:

Venimos de derrotas antiguas y olvidadas,

ocultas por el polvo que cubre los vestigios

de estatuas suntuosas, asoladas, vencidas

[….]

celebramos derrotas para sentirnos vivos

y vestimos de luz olvidados pendones.

Para concluir, a modo de resarcimiento, con una incuestionable verdad:

También los vencedores saben que perderán la última batalla.

Las múltiples derrotas que nos sobrevienen a diario son herencia de las grandes derrotas que heredamos del pasado y que hemos sacralizado. Aún hoy en día se producen estos grandes sometimientos y desastres, que poco nos afectan por sentirlos lejanos: guerras, disparidades, cataclismos…, que producen vencidos a destajo para un oscuro futuro. Que los vencedores y el mundo sean derrotados un día, es nula reparación para los vencidos.  

 

 

 

 

sábado, 9 de septiembre de 2023

SEPTIEMBRE


 










Septiembre es ese mes que instala la rutina

y estalla en los cohetes de las últimas fiestas.

 

Estos dos versos del poema Septiembre que se haya en el segundo apartado (Golpe a golpe la vida) de Continuidad de la luz, mi último poemario, define  perfectamente este mes epígono del estío, el mes en que abrí los ojos al asombro del mundo. Es la época en que se reanudan actividades y la rutina comienza de nuevo tras el paréntesis vacacional, el país se normaliza y algún privilegiado se va de vacaciones.  Que de todo hay en la viña del capitalismo. Aunque cada vez las  ciudades mantienen más actividad en los meses con nombre de emperadores romanos, ya están abiertas tiendas y negocios por completo y la liga, que ya sufre el primer parón por los encuentros de la selección clasificatorios para la Eurocopa de Alemania, toma vuelo para que el Madrid se la lleve por decreto del VAR, según se oye por estos lares, que no es cosa mía, …o también. Reanudaremos las tertulias poéticas de los lunes, después de los dos primeros festivos en esta Sabadell de mis dolores. Festejamos, con retraso, el cumpleaños de David y celebraremos, cuando toca, el de Andrés, y luego el mío. Ando catalogando los libros adquiridos en agosto y haciendo recuento de los premios a los que no me he presentado y de los que aún tengo posibilidad de hacerlo. Ya hay convocado alguno para 2024. La vida es un no parar.

Por ello, tras intentarlo en varias ocasiones sin resultado, me pongo ahora a la labor, interrumpida hace un año cumplido (un año sabático sin la escritura semanal que nadie lee) de golpear el teclado que necesita una seria renovación. Cosas han sucedido y sucederán que merecen ser contadas, como el baile de un puto lugar en el número de la ONCE de este lunes que pudo darme un respiro económico (véase imágenes finales). Y otras menos prosaicas que se irán viendo. Tal que el homenaje a Salvador Allende en el 50 aniversario de su muerte, en el cual participa Poesia a trenc d’alba, la mañana del lunes 11, o la velada poética del jueves 14 en el Viejo Piano de l’Hospitalet con Consuelo Jiménez y este que suscribe, mano a mano, o mejor, verso a verso desnudándonos ante un auditorio cómplice, participativo y, aún, la tarde del día 23 en la que, frente al luminoso Mediterráneo tarraconense, los Poetas de la mar, congregados por Mari Pau González, ensalzaremos nuestra cultura meridional con versos salados y mojados en el sugestivo marco  de la Pineda. De todo ello, y de algo más que se me olvida, iré dando cumplida cuenta. O no, que el escribir la vida a golpes, da resultados imprevisibles. Seguimos en la brecha.






jueves, 4 de agosto de 2022

LA REALIDAD Y EL DESEO

 


Por una de esas casualidades de la vida, el pasado fin de semana repasé la obra y vida de Luis Cernuda y me apetece compartir a este poeta sevillano que nació, como mi padre, en 1902 y, como yo mismo, en la segunda quincena de septiembre bajo el signo de virgo, él el 21, yo el 18, él en el año del Tigre, como éste en que nos encontramos 120 años después, yo en el del Mono.

Mateo Bernardo José Cernuda Bidón nace en Sevilla, en el seno de una familia acomodada. Con nueve años descubre la poesía de Bécquer con motivo del traslado de los restos del poeta de Madrid a Sevilla y siente la llamada de la lírica. Al comenzar el bachillerato escribe sus primeros versos en esa edad de dudas y soledades en que su despertar a la poesía coincide o es simultáneo con su despertar sexual. Más tarde estudia derecho y tiene como profesor de literatura a Pedro Salinas. Lee a los clásicos españoles y a los modernos franceses. En 1925, ya ha cumplido el servicio militar, termina sus estudios, conoce a Juan Ramón  Jiménez, Ortega, Bergamín, d’Ors y Guillermo de la Torre y publica los primeros poemas en la Revista de occidente. En el mágico año de 1927 sale su primer libro, Perfil del aire. Participa en el homenaje a Góngora y conoce a varios poetas de aquella generación de la que formó parte. En 1934, inspirado en su relación amorosa con Serafín F. Ferro, aparece Donde habite el olvido, segundo libro editado, si bien es el quinto que escribió. Por ello decide reunir toda su obra en un volumen que tituló La Realidad y el Deseo, que Bergamín da a la imprenta en 1936.

En 1937 funda en Valencia con Rafael Alberti, Juan Gil-Albert y otros escritores la revista Hora de España. Desde sus páginas, Cernuda le dedica a Lorca una de las más sentidas elegías que aparecieron por todo el mundo recordando a Federico asesinado. Escribe poemas que pasarán después a Las nubes. Conoce a Octavio Paz…

En febrero de 1938 sale de España para nunca más regresar. París, Londres, Glasgow, Oxford, Cambridge. Y Ocnos, Como quien espera al alba, Vivir sin estar viviendo… Ya es un poeta del exilio. En 1949 viaja a México, país al que vuelve en varias ocasiones, y donde muere de un ataque al corazón en1963. Es enterrado en Ciudad de México. En 1962, aparece la segunda edición de La Realidad y el Deseo, que reúne definitivamente su obra completa.

Entre la información que encuentro en la red, descubro una edición en PDF del

Departamento de Lengua Castellana y Literatura, IES Maese Rodrigo (Carmona, 2019), muy interesante en cuanto a la biografía y textos del poeta sevillano, quizás por estar dirigido a un público escolar. Reconocen los autores que su trabajo es una recopilación de otros textos, sobre todo de https://cvc.cervantes.es/actcult/cernuda//, del que dicen desconocer el autor. De esta página copio literalmente el siguiente comentario:

“En Cernuda hay dos exilios: el suyo propio con respecto a todo lo que lo rodea y el provocado por la guerra civil, que se superpondrá al primero. Su existencia es la de un conflicto permanente entre sus deseos y la realidad, entre el placer y el dolor, entre el amor —historias no duraderas, y que terminan mal— y el deseo de amar. Entre la amistad y el afecto y la decepción, el recelo y la susceptibilidad. Entre las ideas de justicia social y el desencanto de la política. Entre su elitismo y un mundo de vulgaridad que nace de la ignorancia, de la necesidad y de la miseria. Entre el recuerdo, la nostalgia y el amor a España y el rencor hacia sus paisanos. Y, sobre todo, una gran soledad. De todo ello fluye su creación, para suerte nuestra.”

Este golpe ha surgido a raíz de querer situar en tiempo y espacio el poema Contigo, que un buen amigo colgó en su muro de Facebook. Como no lo encontré en la antología de Alianza, cuya edición de 1977 conservo con algunas anotaciones, como esta de la primera página, escrita en un tren de largo e incómodo recorrido a principios del 79:

Un poco de lectura:

Luis Cernuda.

Entre mis manos una antología de este poeta hondo,

martirizado de deseo y adolescentes.

Arriba, Kafka duerme entre bocadillos

y la cámara fotográfica,

mi pincel de frustrado pintor.

Como no estaba en ella, digo, ni tenía intención de buscarlo en la biografía de Tusquets de 2013, recurrí a internet para descubrir que Contigo es el poema X de los 16 que integran Poemas para un cuerpo, inspirado (nuevamente el amor) en un joven culturista llamado Salvador, poemas que en 1957 pasaron a formar parte del último poemario publicado en vida del poeta, Con las horas contadas, poemario recogido, lógicamente, en 1962 en La Realidad y el Deseo.



Contigo


¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?


No dejéis de frecuentar los versos de este poeta sevillano de quien Francisco Brines dijo en su discurso de ingreso en la RAE:

“Es Cernuda un poeta complejo, que concilia con sorprendente conformidad lo que podría parecer distante (pureza y amargura) y aun contrario (intimidad y distanciamiento): es clásico y romántico, poeta de un alto lirismo y acerbamente crítico, abierto con la misma intensa fruición a la tradición poética española y a las tradiciones poéticas de otras lenguas, metafísico y cotidiano, esteta y moralista. Un poeta en cuya unidad se advierte una múltiple y rica diversidad.” y añade: “Con ocasión del centenario de Cernuda, en una mesa redonda moderada por Guillermo Carnero en la Residencia de Estudiantes, me preguntó este qué poema de Cernuda me había acompañado más en la vida. Mi respuesta se refirió solo a un verso, que me acompañó desde la primera vez que lo leyera. Es el que cierra «Primavera vieja»: «Cuán bella fue la vida, y cuán inútil»”.

miércoles, 27 de julio de 2022

DE GIRASOLES Y PIPAS


En casa había necesidad, pero no pasábamos hambre. Nunca tuvimos bicicleta, pero  no faltaban girasoles. Los girasoles nacían en el corral donde les daba la gana. Mi padre los arrancaba y dejaba algunos desperdigados que se hacían enormes. En el huerto solía sembrarlos por todo el perímetro.  Como una muralla amarilla custodiaban melones, sandías, garbanzos, ajos… Guerreros con penacho de sol defendían la fortaleza verde.

No tenía bicicleta, pero caminaba orgulloso descascarando y engullendo pipas directamente de la cabeza cercenada de un girasol que troceaba y repartía como botín de guerra, o preciada posesión que otros, con bicicleta, no disfrutaban… Las semillas, al fraccionarlo, caían al suelo. Alguna se escondía, hurtándose a la codicia de las aves y, al tiempo, brotaban girasoles por los caminos. Mirabeles sin dueño como amapolas amarillas. Mi madre, que conservaba la lengua de sus ancestros, les decía mirasoles y así lo recogí yo en un poema: Un mirasol de asombro grana la tarde.


Maduras las semillas, llegaba la recolección. Los desgranábamos y poníamos a secar las pipas, algunas impregnadas de agua y sal, otras tal cual. A veces también las tostábamos. Yo las he comido de todas las maneras. También pipas de melón y de calabaza, lavadas y secadas al sol.

Éramos niños que corrían, ciegos, entre girasoles. Con la corola de la flor, ya sin pétalos ni semillas, fabricábamos broqueles para nuestros juegos bélicos. No es que aguantaran mucho, mas tenían su estética: rodelas con la sucesión de Fibonacci al frente, repitiéndose como un mantra dorado que ahuyentara los golpes del destino, égidas de sueños, clípeos conformados por el viento, peltas de la naturaleza, escudos enormes para tiempos de paz simplemente… Y es que aquellos girasoles no tenían nada que ver con los que he contemplado después semejantes a margaritas amarillas en grandes extensiones subvencionadas por la comunidad europea.

Crecí y los girasoles desaparecieron de mi horizonte, pero no su fruto. Comía pipas de bolsa con sal (Qué rica La Pilarica, repita... No me iré de este mundo sin probar  pipas Facundo…) en el cine y frente a la carretera, en la solana donde la gente esperaba al autobús, aunque algunos nunca lo tomaran. Primero las adquiría, como todas las chuches, donde la señora Beatriz, luego en ca la señá Auria que pasó a ser la expendedora de golosinas y otras yerbas y la mujer que más secretos conocía de los habitantes del lugar. Y, por último, en los bares.

Continué creciendo y dejé el pueblo, pero nunca abandoné el hábito de comer pipas…, aunque ahora se reduce a los momentos en que sigo un partido por televisión desde el sofá de casa; y las acompaño con una cervecita fría para mitigar el efecto de la sal y la nostalgia.

 

miércoles, 20 de julio de 2022

MÁS CINE POR FAVOR



Mi primer contacto con el cine fue en la plaza del pueblo donde estaban las escuelas y el ayuntamiento. Recuerdo una sábana sobre la fachada del edificio consistorial, soportando la  proyección de un film en blanco y negro. Y, prácticamente, todos los vecinos religiosamente aposentados en sillas. Pero tal vez se trate de un recuerdo, adquirido de tanto escuchar relatos de los mayores, que se toma por propio y vivido. Sí tengo conciencia de la sala, que funcionó también como pista de baile, en que se proyectaban películas domingos y lunes. Eran las mismas que se veían en Quintanilla el fin de semana. En Quintanilla tenían un cine en condiciones. El nuestro era de suelo plano con bancos y sillas, humo de cigarrillos y cáscaras de pipas. Y un estrecho bar de larga barra a la entrada. En la época que conservo más clara en la memoria, la entrada costaba tres pesetas y daban programas de mano anunciando las próximas proyecciones. Reuní muchos, efímeras efemérides, pequeñas joyas de arte y de un tiempo que se perdieron como la casa y la niñez.

En la primera juventud llegué a los cines de ciudad (Valladolid), los cineforum colegiales, las salas de sesión continua y aquellas donde ponían películas para mayores y pocos impedimentos al acceso de mozos imberbes. Vinieron luego los 18 años, los locales de estreno, los de arte y ensayo, la apertura y el destape… Antes de casarme (ya en Sabadell) el cine continuó siendo un entretenimiento recurrente: tardes en el Avenida, donde daban hasta tres cintas en sesión continua, películas de fin de semana con amigos para hacer tiempo, aquellas películas S, los primeros cines multisalas… donde vi Novecento de una tacada en dos salas distintas. El ir al cine pasó a ser, ya casado y con hijos, un acontecimiento familiar.

La televisión fue, y es, otra manera de ver cine. La tele llegó al hogar en 1972 y se anunció en el tejado de la casa con su antena reluciente. Me acuerdo porque seguí las olimpiadas de Múnich. Supongo que, con la novedad del aparato, nos tragaríamos toda la programación de una u otra cadena. Referente al séptimo arte recuerdo que programaban ciclos dedicados a actores (Bogart), directores (Hitchcock) y otros aglutinantes. He de reconocer que la televisión tuvo su importancia en mi aprendizaje cinematográfico.

Una de las primeras cintas que vi en el televisor (me rememoro en el sofá convenientemente cubierto con una frazada, no sé si por el frío castellano o por los sobresaltos propios del film) fue El enigma de otro mundo, que en remake posterior se intituló La cosa. De mi etapa de espectador en el cine de pueblo (nos gustaban las películas de romanos y del oeste) recuerdo con especial cariño (entonces veíamos el cine desde la emoción) El rapto de las sabinas y El rostro impenetrable, la primera porque descubrí en ella que los buenos indubitables no son necesariamente los mejores y la segunda por ciertas escenas que reproducíamos en nuestros juegos. Podría citar varios títulos más que se grabaron en mi memoria, en esta y otras etapas a lo largo de la vida. En la de estudiante en Valladolid, recuerdo un interesante cineforum con El baile de los vampiros (desde luego, hubo otros). De lo que entonces se llamaba cine de arte y ensayo (películas no comerciales en versión original subtitulada) recuerdo, entre otras, Cuerno de cabra y Amarcord en el Zorrilla. Repasando la fecha de estreno, es posible que las visionara sin cumplir los 18 años, como El último tango en París, filme que vi en Lausanne en verano y por aquella época. Si que era mayor de edad cuando fui en pareja a la sala X de la carretera Barcelona para ver El diablo y la señorita Jones, que, aunque rodada en los 70, aquí no llegó hasta después del 84.

Pues eso, que el cine nos ha acompañado a lo largo de la vida, como la música y los libros, porque hay para todos los gustos y momentos. Y, como cantaba Aute:

Cine, cine, cine.
Más cine por favor,
que todo en la vida es cine,
que todo en la vida es cine
y los sueños
cine son.

Como él

Recuerdo bien
aquellos cuatrocientos golpes de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor
Antoine Doinel […]

Son tantas las escenas, los nombres, las películas que se me agolpan en las sienes al escribir estas líneas… Y es que el cine es la memoria y los sueños de nuestras vidas.


martes, 12 de julio de 2022

POEMA QUE NO TIENE NOMBRE

 


Hoy, 12 de julio, se cumplieron 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. A Ermua llegaron las fuerzas vivas del país. No voy a opinar ni a favor ni en contra (tenemos los políticos  y el sistema que nos merecemos). Los muertos siempre son utilizados por todos los estamentos en su provecho. Y por los poetas elegíacos.

Aquel año andaba yo siguiendo los encierros de Pamplona desde mi silla de ruedas (el 18 de junio sufrí un accidente laboral: un año y un día de baja, paréntesis en que se gestó Los pasos quebrados, uno de cuyos poemas publiqué en el blog que mantenía en La Coctelera, plataforma ya desaparecida, de donde fue tomado por El rincón de Yanka; de allí lo rescaté  para compartirlo en Facebook). Y me sumé a la expectación sobrecogida y la esperanza acribillada.

Reproduzco aquí el poema:

 

POEMA QUE NO TIENE NOMBRE


Cuando millones de corazones fluían
por los ojos y las palmas abiertas
con un solo nombre y una sola esperanza,
cuando las saetas de todos los relojes
cuarenta y ocho, dos mil ochocientas veces
se clavaron como espinas en las frentes exánimes
y hasta el aire se detuvo expectante, con los brazos abiertos,
las raíces del roble centenario se estremecieron,
crujieron los huesos de todos los vascos,
de todos los españoles, de todos los hombres asesinados,
los ojos peregrinos de Pablo Ruíz, los ojos sin manos de Picasso
buscaban lágrimas de sangre para pintar el horror
y los verdes montes del norte quisieron huir,
transformarse en arenas insensibles y ciegas
para no ver la blanca paloma
que alzaba el vuelo con las alas heridas
en las cercanías de Lasarte.

Cumplido el plazo de la esperanza y la locura
dispararon a Miguel Ángel.
Los asesinos sordos, los asesinos ciegos
mataron a Miguel Ángel.
Sin mirarle a los ojos, que eran los ojos de todo un pueblo,
los ojos herederos de aquellos ojos
que vieron correr la sangre por las calles,
los ojos nuevos, los ojos libres,
los ojos limpios de una España viva,
asesinaron a Miguel Ángel.
Cobardes sanguinarios,
sicarios viles de la infamia y el odio,
perpetuaron a Miguel Ángel.



14/07/1997

   

domingo, 10 de julio de 2022

ETIMOLOGÍAS


 

ETIMOLOGÍAS

Nos recordaba Irene Vallejo  en el  Heraldo de Aragón que ministro deriva del latín minus, es decir menos, en cambio, maestro lo hace de magis, lo más, lo fundamental.  “Para los clásicos, era más grande enseñar que gobernar. Sabían que la educación es, más que ningún oficio, el territorio donde soñamos y creamos el futuro. Una profesión que merece el más alto prestigio y la mayor gratitud. Deberíamos plantearnos qué valoramos más como sociedad, quiénes son encumbrados por la fama y los medios. Las etimologías responden: pasar de un ministerio a una escuela supone un ascenso.”, concluye. Uno que ya tiene edad para haber sufrido a muchos políticos y recordar con añoranza a quienes forjaron sus sueños y su  futuro, está de acuerdo con ella. Las palabras guardan en su ADN el germen de lo que fuimos y nos empeñamos en olvidar.

A quienes las usamos a menudo, nos gusta desnudarlas, conocer sus intimidades, sus secretos más recónditos. No es suficiente con saber sus, a menudo, múltiples significados que inducen al equívoco y al retruécano. Se hace necesario descubrir su árbol genealógico, las mezclas e impurezas minerales que las han hecho evolucionar adecuando sus significados a los tiempos actuales. Yo, que no he estudiado filología, ni nada de provecho, amo las palabras. Mas  desconozco tantas…, ignoro tantos orígenes, fuentes, procedencias… que la raíz sugiere… tanta evolución natural… El filólogo es un darwin de las palabras. Yo, un buscador de oro en minas esquilmadas por íberos, romanos, godos, árabes, judíos y otros gentilicios más alejados y cercanos…, que la lengua se enriquece continuamente, aunque a veces pueda parecer todo lo contrario y algunas lleguen a morir. 

Las Etimologías de Isidoro de Sevilla, así llamadas porque buscaba los orígenes de las palabras relacionadas con cada tema tratado, son una compilación de todo el saber universal en lo que fue el renacimiento visigodo durante la temprana Edad Media, en la península ibérica, doctamente expuesto. Y es que rastrear el árbol genealógico de las palabras nos conduce a la perfección edénica que nunca existió, a las grafías que fijaron las voces que el viento puso en boca de los hombres. La etimología investiga y descubre mucho más que el origen y desarrollo de las palabras que conforman la evolución de las lenguas del mundo que habitamos: nos instruyen y sacan a la luz el saber y los conocimientos de nuestros antepasados. La historia de las palabras es la historia del mundo. La historia comienza cuando se habla y se escribe sobre los acontecimientos que van sucediendo y sucediéndose. Y el saber consiste en no perder la nunca la memoria. Saber y sabor derivan del latín  sapere,  “tener inteligencia, ser entendido, tener gusto, ejercer el sentido del gusto, tener tal o cual sabor” (Corominas). Sin saber, o sabor, la vida resulta insípida.

Cuando se domina un buen número de palabras bucear en las etimologías resulta un saludable ejercicio lúdico y vivificante. También expiatorio de los errores y horrores cometidos por el hombre.

 

                                             

 

 

 

 

                                                          

CUANDO EL MUNDO SE LLAMABA CERRALBO

    Todos los buenos autores poseen su propio estilo, definido e inconfundible. Los lectores, luego, por afinidad, gusto u otras circunsta...