Las palabras son más que herramientas que usan los escritores: son ladrillos para construir estancias y orbes infinitos en la finitud de un libro.
En muchos poemas hablo de ellas. En
Orola están publicados los textos (o poemas) Campesinas y aladas y Aquí
vivimos todas (que también aparecerán recopilados en Continuidad de la luz) El primero trata de las palabras iniciáticas,
los vocablos rurales de la infancia que me animaron y ayudaron a volar, el segundo
habla del mestizaje de las palabras. Pero, hete aquí, que un texto (o poema)
anterior a ambos ha aparecido en un correo olvidado y, recuperado, os lo ofrezco ahora que, fugazmente, refresca la
noche estival con lágrimas antiguas, como palabras de viento:
TRADICIÓN
A Eliseo Parra
Yo
tenía palabras campesinas, palabras que ponían nombres a los vientos, los
árboles,
las
aves lugareñas, los frutos que el sudor germinaba,
los
aperos de labranza, las labores del campo,
nombres
elementales para el agua, espacios y lugares,
para el tiempo, los animales, los
hombres,
nombres
para las cosas, sentimientos, ideas.
Y
hasta a Dios nombraban.
Yo
tenía un mundo propio, pequeño pero mío, con sus cantos de siega, sus pinares,
su río,
los
trenes que pasaban con retrasos puntuales, lentos mercancías para contar
vagones,
estrellas
en el cielo, carámbanos de plata en el arroyo frío,
almireces,
cedazos, botellas de anís vacías,
panderos,
chiflotes, la dulzaina del tío Encinas,
mujeres
que cantaban y Luisillo bailando en la plaza del pueblo.
Yo
tenía un mundo, pero yo lo ignoraba.
Las
palabras crecieron y el mundo se hizo grande:
Valladolid,
Barcelona, España toda, Europa, América por descubrir
allende
la mar atlántica, la Tierra entera, el cosmos...
Para
volver al principio:
leyendas
junto al fuego, el juego, el vino, el pan, romances olvidados y cantos sin
oficio,
raíces
del idioma que nutría la Historia más allá de mi mundo pequeño y recobrado,
creciendo
inapelable, cubriendo con sus ramas tantos
millones de almas,
bebiendo en sus orígenes de tradición tan pura
para ser lo que soy contando con palabras, que tú también
entiendes,
la música y el viento que forjaron mi vida.