Mostrando entradas con la etiqueta poetas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta poetas. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de agosto de 2022

LA REALIDAD Y EL DESEO

 


Por una de esas casualidades de la vida, el pasado fin de semana repasé la obra y vida de Luis Cernuda y me apetece compartir a este poeta sevillano que nació, como mi padre, en 1902 y, como yo mismo, en la segunda quincena de septiembre bajo el signo de virgo, él el 21, yo el 18, él en el año del Tigre, como éste en que nos encontramos 120 años después, yo en el del Mono.

Mateo Bernardo José Cernuda Bidón nace en Sevilla, en el seno de una familia acomodada. Con nueve años descubre la poesía de Bécquer con motivo del traslado de los restos del poeta de Madrid a Sevilla y siente la llamada de la lírica. Al comenzar el bachillerato escribe sus primeros versos en esa edad de dudas y soledades en que su despertar a la poesía coincide o es simultáneo con su despertar sexual. Más tarde estudia derecho y tiene como profesor de literatura a Pedro Salinas. Lee a los clásicos españoles y a los modernos franceses. En 1925, ya ha cumplido el servicio militar, termina sus estudios, conoce a Juan Ramón  Jiménez, Ortega, Bergamín, d’Ors y Guillermo de la Torre y publica los primeros poemas en la Revista de occidente. En el mágico año de 1927 sale su primer libro, Perfil del aire. Participa en el homenaje a Góngora y conoce a varios poetas de aquella generación de la que formó parte. En 1934, inspirado en su relación amorosa con Serafín F. Ferro, aparece Donde habite el olvido, segundo libro editado, si bien es el quinto que escribió. Por ello decide reunir toda su obra en un volumen que tituló La Realidad y el Deseo, que Bergamín da a la imprenta en 1936.

En 1937 funda en Valencia con Rafael Alberti, Juan Gil-Albert y otros escritores la revista Hora de España. Desde sus páginas, Cernuda le dedica a Lorca una de las más sentidas elegías que aparecieron por todo el mundo recordando a Federico asesinado. Escribe poemas que pasarán después a Las nubes. Conoce a Octavio Paz…

En febrero de 1938 sale de España para nunca más regresar. París, Londres, Glasgow, Oxford, Cambridge. Y Ocnos, Como quien espera al alba, Vivir sin estar viviendo… Ya es un poeta del exilio. En 1949 viaja a México, país al que vuelve en varias ocasiones, y donde muere de un ataque al corazón en1963. Es enterrado en Ciudad de México. En 1962, aparece la segunda edición de La Realidad y el Deseo, que reúne definitivamente su obra completa.

Entre la información que encuentro en la red, descubro una edición en PDF del

Departamento de Lengua Castellana y Literatura, IES Maese Rodrigo (Carmona, 2019), muy interesante en cuanto a la biografía y textos del poeta sevillano, quizás por estar dirigido a un público escolar. Reconocen los autores que su trabajo es una recopilación de otros textos, sobre todo de https://cvc.cervantes.es/actcult/cernuda//, del que dicen desconocer el autor. De esta página copio literalmente el siguiente comentario:

“En Cernuda hay dos exilios: el suyo propio con respecto a todo lo que lo rodea y el provocado por la guerra civil, que se superpondrá al primero. Su existencia es la de un conflicto permanente entre sus deseos y la realidad, entre el placer y el dolor, entre el amor —historias no duraderas, y que terminan mal— y el deseo de amar. Entre la amistad y el afecto y la decepción, el recelo y la susceptibilidad. Entre las ideas de justicia social y el desencanto de la política. Entre su elitismo y un mundo de vulgaridad que nace de la ignorancia, de la necesidad y de la miseria. Entre el recuerdo, la nostalgia y el amor a España y el rencor hacia sus paisanos. Y, sobre todo, una gran soledad. De todo ello fluye su creación, para suerte nuestra.”

Este golpe ha surgido a raíz de querer situar en tiempo y espacio el poema Contigo, que un buen amigo colgó en su muro de Facebook. Como no lo encontré en la antología de Alianza, cuya edición de 1977 conservo con algunas anotaciones, como esta de la primera página, escrita en un tren de largo e incómodo recorrido a principios del 79:

Un poco de lectura:

Luis Cernuda.

Entre mis manos una antología de este poeta hondo,

martirizado de deseo y adolescentes.

Arriba, Kafka duerme entre bocadillos

y la cámara fotográfica,

mi pincel de frustrado pintor.

Como no estaba en ella, digo, ni tenía intención de buscarlo en la biografía de Tusquets de 2013, recurrí a internet para descubrir que Contigo es el poema X de los 16 que integran Poemas para un cuerpo, inspirado (nuevamente el amor) en un joven culturista llamado Salvador, poemas que en 1957 pasaron a formar parte del último poemario publicado en vida del poeta, Con las horas contadas, poemario recogido, lógicamente, en 1962 en La Realidad y el Deseo.



Contigo


¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?


No dejéis de frecuentar los versos de este poeta sevillano de quien Francisco Brines dijo en su discurso de ingreso en la RAE:

“Es Cernuda un poeta complejo, que concilia con sorprendente conformidad lo que podría parecer distante (pureza y amargura) y aun contrario (intimidad y distanciamiento): es clásico y romántico, poeta de un alto lirismo y acerbamente crítico, abierto con la misma intensa fruición a la tradición poética española y a las tradiciones poéticas de otras lenguas, metafísico y cotidiano, esteta y moralista. Un poeta en cuya unidad se advierte una múltiple y rica diversidad.” y añade: “Con ocasión del centenario de Cernuda, en una mesa redonda moderada por Guillermo Carnero en la Residencia de Estudiantes, me preguntó este qué poema de Cernuda me había acompañado más en la vida. Mi respuesta se refirió solo a un verso, que me acompañó desde la primera vez que lo leyera. Es el que cierra «Primavera vieja»: «Cuán bella fue la vida, y cuán inútil»”.

sábado, 12 de febrero de 2022

EL POETA QUE FUI


El poeta se forja leyendo poemas y aprendiendo a mirar el mundo que lo rodea con los ojos que la naturaleza le ha concedido, se forma haciendo versos a  imitación de los poetas célebres, o no, con los que se identifica. Esta práctica, esta educación, sea académica o autodidacta, es necesaria para la plena realización de la obra o corpus por la que el autor será conocido. Pero ha de haber un sustrato anterior, un duende, una nacencia, para que el pretendido poeta se realice como tal. Pudiendo darse el caso de quien sea poeta sin saberlo porque no ha desarrollado su capacidad, o sin haber escrito un verso por no poseer la técnica pese a sentirse, de algún modo, distinto a los demás. También hay quien se cree poeta sin serlo porque domina cierto estilo de versificar y hay poetas incompletos y hasta prosaicos. Tiempo habrá de hablar de ellos y aún de otros.  Quiero hacerlo ahora de un niño que tuvo la inmensa suerte de que le enseñaran a leer antes de comenzar la escuela. Mientras los niños de su edad se desbravaban con mi mama me mima, él leía y aprendía páginas enteras de la enciclopedia escolar Álvarez sin comprender bien su significado. Unas veces preguntaba, otras se lo imaginaba. Su afán por la lectura no decayó nunca. Leyó libros de texto, tebeos, revistas, fotonovelas, periódicos atrasados, cuentos, novelas, poesías… hasta prospectos de medicamentos. Aprendió a manejar el diccionario, aun cuando, por no perder tiempo y el hilo argumental, hacía sus propias interpretaciones adaptándose al contexto y errando, claro (o no). Cuando hacían redacciones sobre cualquier tema, el maestro siempre ponía las suyas como ejemplo. A los once años le publicaron una en cierta revista escolar. Leyó la Biblia y el Quijote siendo muy joven. Leyó, sin comprender nada, Espadas como labios y supo que la poesía no tiene una única dirección como la narrativa y que un poema no se comprende entendiendo sus palabras, que éstas sobrepasan diccionarios y modas, que el poeta mira distinto y ofrece su visión a quien va con él para que aprenda a mirar con sus propios ojos. Y comenzó a escribir poemas. En su juventud le confirmaron como poeta en ciernes en una dominical mañana de la biblioteca de la que fuera casa de Cervantes en Valladolid. Quiso, entonces publicar su primer libro. No lo consiguió hasta unos años después cuando dispuso de dinero para sufragar la edición. Qué difícil es publicar el primer libro, y el segundo, y el... Con el tiempo decidió ser escritor y poeta de secano. Como no publicaba tampoco escribía. sin embargo nunca dejó de disfrutar con la lectura de los grandes narradores, columnistas y poetas. Aunque tenía aún el gusanillo de escribir, ese no era  su gremio. Se sabía autor de buenos poemas y versos memorables, pero su tiempo pasó. Tal vez si hubiera muerto joven, alguien los habría descubierto...  

Con la generalización de internet a finales de siglo comencé a escribir en un blog, por aquellos tiempos también se decía bitácora. Parí nuevos poemas, reelaboré otros, escribí algún relato, concluí otros y también una obrita de teatro. Gané premios literarios y pensé una novela que está por escribir. Publiqué (qué difícil sigue siendo editar) un libro, y dos, y tres, y participe en muchos otros. Me jubilé del trabajo que esclaviza las horas para contemplar y contar la poesía que rompe el alba y se anuncia con versos de luz como el pan de cada día. Me jubilé para leer a otros poetas que me eran desconocidos y he ido descubriendo y disfrutando. Me jubilé para mirar atrás sin rencor y caminar hacia adelante sin temor. Para pensar y decir, pese a todo:

Hay que ser poeta y morir en el intento

de crear el poema más hermoso y cumplido

aunque nunca entendamos quien nos dicta los versos.

Y conocer que el poeta que fui me los dicta a mí.

viernes, 4 de febrero de 2022

GUIA PARA RECOLECTAR POETAS

 

 


De Ángel Guinda, recientemente fallecido, no tenía fehaciente conocimiento, ni de su obra, ni de su vida. Ahora que, tristemente, sé de él, libo el néctar de sus poemas, saboreo las palabras que son ya viento definitivo para quienes aún podemos sentirlas. No es  el único caso. Hay grandes poetas que me son desconocidos y quizás muera sin descubrirlos.

Muchos se encuentran en los intrincados bosques de las redes sociales. Algunos, cual vistosos hongos, saltan a la vista, otros se ocultan entre el musgo y la hojarasca, resultando difíciles de descubrir para el micólogo neófito. Aquellos que, lejos de internet, cual trufas selectas se ocultan bajo tierra, son impenetrables al ojo digitalizado. Pero al poeta no basta con sorprenderlo, saber de su existencia y hasta reconocer algunos versos. Hay que llevárselo a casa y cocinarlo a fuego lento.

Aunque poesía es vida, no todos saben apreciarla y gustan el placer de sentar un poeta a su mesa. Algo tan sencillo y bello como la palabra justa y certera, puede pasar desapercibido para gentes prosaicas y desnortadas, incluso para aquellos confesos buscadores de versos que no saben distinguir una amanita mortal de un rovellon o níscalo popular y cosmopolita, bien que su actitud denote lo contrario. Los amantes de la gentil excelencia, del bien decir y la compleja sencillez de lo cotidiano hecho arte, no necesitan de guía alguna para deleitarse con la palabra bien condimentada y certeramente dispuesta sobre el albo mantel de la existencia. Muchos otros, sin embargo, necesitan ayuda para disfrutarla. Guías hay para ello, mas ninguna clara y definitiva, pues el poeta es una especie en evolución continua y la poesía intangible e inefable es.

Llegados a este punto, mi intención inicial de pergeñar un prontuario para descubrir poetas o conocer  si uno mismo lo es, se tambalea. Máxime no siendo versado en el arte o ciencia de hacer versos. Que los hago, sí, pero de oído como los músicos populares que no estudiaron solfeo, hacen música. Quizás convenga tirar de experiencia y vivencias personales y a quien le sirvan, que le aprovechen y a quien no, que busque la felicidad por otros derroteros.  

Aparecen poetas en los terrenos llanos de la infancia, en nanas y recitados parentales y en los primeros bosques de letras cuyo recuerdo nos acompañará toda la vida. Son poetas impuestos por la época, por el gusto e ideología dominantes. Con el tiempo caen en el olvido o sestean en un rincón, mientras unos (¡qué lástima!) se alejan de la poesía y otros la buscamos en almácigas que nos son más afines. Llega un momento, cuando ya conocemos a los autores consagrados por el uso y la Parca, que descubrimos al primer contemporáneo que colma nuestras expectativas (hay poetas, coño, al doblar la esquina) y ya no cabe vuelta atrás. Debemos continuar la recolecta iniciada, buscar en antologías que nunca son completas y en páginas web donde no están todos los que son, y los que están no siempre hacen buen guiso. Conviene ir haciendo amigos en Facebook (licenciados, profesores, aedos y juglares) que dominen el  tema y nos sean afines para que nos orienten y descubran valores ocultos. Y rastrear en encuentros de poetas, en premios literarios, en foros y en librerías de viejo, donde a veces salta la liebre lírica. Es esencial ir anotando nombres, características y obras para lanzarse al monte con conocimiento de causa y volver a casa con ciertas exquisiteces que nos hagan la vida más liviana.  Merece la pena pertenecer a una sociedad gastronómica donde se cocinen poetas, aunque a veces tengamos que pasarnos algún refrito y atragantarnos con un rancio manjar. Y, sobre todo, fiarnos del boca a boca, asistir a recitales y asesorarnos con quienes saben del tema. Con el tiempo se adquiere experiencia y se desarrolla un placentero sentido del gusto.

CUANDO EL MUNDO SE LLAMABA CERRALBO

    Todos los buenos autores poseen su propio estilo, definido e inconfundible. Los lectores, luego, por afinidad, gusto u otras circunsta...