Mostrando entradas con la etiqueta semana 5. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta semana 5. Mostrar todas las entradas

viernes, 4 de febrero de 2022

GUIA PARA RECOLECTAR POETAS

 

 


De Ángel Guinda, recientemente fallecido, no tenía fehaciente conocimiento, ni de su obra, ni de su vida. Ahora que, tristemente, sé de él, libo el néctar de sus poemas, saboreo las palabras que son ya viento definitivo para quienes aún podemos sentirlas. No es  el único caso. Hay grandes poetas que me son desconocidos y quizás muera sin descubrirlos.

Muchos se encuentran en los intrincados bosques de las redes sociales. Algunos, cual vistosos hongos, saltan a la vista, otros se ocultan entre el musgo y la hojarasca, resultando difíciles de descubrir para el micólogo neófito. Aquellos que, lejos de internet, cual trufas selectas se ocultan bajo tierra, son impenetrables al ojo digitalizado. Pero al poeta no basta con sorprenderlo, saber de su existencia y hasta reconocer algunos versos. Hay que llevárselo a casa y cocinarlo a fuego lento.

Aunque poesía es vida, no todos saben apreciarla y gustan el placer de sentar un poeta a su mesa. Algo tan sencillo y bello como la palabra justa y certera, puede pasar desapercibido para gentes prosaicas y desnortadas, incluso para aquellos confesos buscadores de versos que no saben distinguir una amanita mortal de un rovellon o níscalo popular y cosmopolita, bien que su actitud denote lo contrario. Los amantes de la gentil excelencia, del bien decir y la compleja sencillez de lo cotidiano hecho arte, no necesitan de guía alguna para deleitarse con la palabra bien condimentada y certeramente dispuesta sobre el albo mantel de la existencia. Muchos otros, sin embargo, necesitan ayuda para disfrutarla. Guías hay para ello, mas ninguna clara y definitiva, pues el poeta es una especie en evolución continua y la poesía intangible e inefable es.

Llegados a este punto, mi intención inicial de pergeñar un prontuario para descubrir poetas o conocer  si uno mismo lo es, se tambalea. Máxime no siendo versado en el arte o ciencia de hacer versos. Que los hago, sí, pero de oído como los músicos populares que no estudiaron solfeo, hacen música. Quizás convenga tirar de experiencia y vivencias personales y a quien le sirvan, que le aprovechen y a quien no, que busque la felicidad por otros derroteros.  

Aparecen poetas en los terrenos llanos de la infancia, en nanas y recitados parentales y en los primeros bosques de letras cuyo recuerdo nos acompañará toda la vida. Son poetas impuestos por la época, por el gusto e ideología dominantes. Con el tiempo caen en el olvido o sestean en un rincón, mientras unos (¡qué lástima!) se alejan de la poesía y otros la buscamos en almácigas que nos son más afines. Llega un momento, cuando ya conocemos a los autores consagrados por el uso y la Parca, que descubrimos al primer contemporáneo que colma nuestras expectativas (hay poetas, coño, al doblar la esquina) y ya no cabe vuelta atrás. Debemos continuar la recolecta iniciada, buscar en antologías que nunca son completas y en páginas web donde no están todos los que son, y los que están no siempre hacen buen guiso. Conviene ir haciendo amigos en Facebook (licenciados, profesores, aedos y juglares) que dominen el  tema y nos sean afines para que nos orienten y descubran valores ocultos. Y rastrear en encuentros de poetas, en premios literarios, en foros y en librerías de viejo, donde a veces salta la liebre lírica. Es esencial ir anotando nombres, características y obras para lanzarse al monte con conocimiento de causa y volver a casa con ciertas exquisiteces que nos hagan la vida más liviana.  Merece la pena pertenecer a una sociedad gastronómica donde se cocinen poetas, aunque a veces tengamos que pasarnos algún refrito y atragantarnos con un rancio manjar. Y, sobre todo, fiarnos del boca a boca, asistir a recitales y asesorarnos con quienes saben del tema. Con el tiempo se adquiere experiencia y se desarrolla un placentero sentido del gusto.

CUANDO EL MUNDO SE LLAMABA CERRALBO

    Todos los buenos autores poseen su propio estilo, definido e inconfundible. Los lectores, luego, por afinidad, gusto u otras circunsta...