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miércoles, 5 de enero de 2022

NO ME GUSTA COMO CAZA LA PERRILLA

 



No me  gusta como caza la perrilla (o perra, o perrita…) parece ser una expresión de origen manchego. Puede ser. Aunque, como dicho cinegético, esté extendida por todo el centro peninsular. Yo se la oí por primera vez a José Luis Martínez, el entrañable Abuelo de Payma, primer trabajador y primer fallecido de la empresa que  se ha llevado tantos años de mi vida que daría para escribir 52 golpes y más. José Luis era soriano, pero le decían maño porque su pueblo estaba en la raya de Aragón. La frase viene a significar que algo no marcha como debiera. Y pocas cosas marchan como debieran. El mundo no se arregla ni cambiando de perra. Y es que los perros son los que son por mucho que los andemos cambiando de collares. Y la caza cada vez va a menos. Y más tras dos años de pandemia y lo que te rondaré morena. No, la cosa no marcha como debiera. Y este año recién nacido con vocación de dúo sacapuntas me da en la nariz que no va a ser mejor que los anteriores.

Los años, como los políticos, nunca colman las expectativas que generan. Los gobernantes no cumplen sus promesas electorales y los ciudadanos que desayunamos noticias y café con leche no cumplimos con nosotros mismos y le echamos la culpa al año, que no es inocente pero tampoco es un chivo expiatorio. Así, entre mentiras y engaños, noticias irrelevantes y fakes,  influencers y tertulianos, desgracias universales y algún oráculo despistado, van pasando los lustros y los siglos con más pena que gloria. Y no hay vacuna que nos inmunice ni perra que cace en buenas condiciones. El problema es que no hemos evolucionado lo suficiente y seguimos en el estadio de cazadores recolectores por mucho que los tiempos adelanten una barbaridad. Andamos por la ciudad con móviles de última generación y perros que han olvidado el arte de la caza. Nos decimos cibernautas pero en el fondo creemos en las
divinidades de las cavernas y en mitos ancestrales que perviven en nuestro ADN. Y es que somos, en general, más de derechas que el pollo negro y las amapolas.

Pero a la gente que de verdad es de derechas y tienen su parcela de riqueza y poder les importa una mierda cómo cace la perrilla o si tiene olfato y pose para ello. A ellos nunca les vienen mal dadas. Y a mayor desigualdad más beneficio. Y cuando el mundo se vaya al carajo, ya tendrán su cortijo en marte o en cualquier planeta muy, muy lejano. Ni tú, ni yo, ni el otro llegaremos a verlo como tampoco vimos cazar a la perrita en sus tiempos gloriosos. Pero iremos desgranado años de doce en doce y diciendo aquello de feliz año peor, con la fútil esperanza de que nos toque la lotería o nos llevemos un premio literario que no esté amañado. O que lo esté. Señal de que nos admiten en el sistema y podremos olvidarnos de la perrilla y sus habilidades.

Feliz año, compañeros y compañeras. Si sobrevivimos a los52 golpes, nos hallaremos al final.

   

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