Bajé
desde mi altura hacia
el río,
bajé
del páramo azotado por
el viento, el sol y los siglos,
sediento bajé
para beberme el río,
y se fue de mis labios
el agua,
y mi imagen quedó
temblorosa en su sitio,
estática, sobre la corriente
que seguía su ritmo
monótono,
el mismo
de siempre,
tranquilo,
seguro,
hacia
su eterno destino.
[……]
El mar es un libro
para leer la historia,
el hecho fortuíto
que todos callamos,
el mar es olvido,
la sangre, la lágrima,
el fin y el principio.
[….]
El
segundo es el quinto poema de Mi corazón
y el mar (Orento), con título provisional para la ocasión:
MAR
Desnudos frente al mar
sólo es posible
vivir, adentrarse en el
cuerpo
tendido a nuestro lado,
compañero de espumas,
surcados por la quilla
húmeda de los besos
buscar entre las algas
agitadas del fondo
una ofrenda de sangre,
asir las tablas rotas, legado
de naufragios
antiguos como el hombre
o la mujer que somos,
vaciar con las redes
pescadoras de sueños
entrañas oceánicas,
cordilleras de sombra,
perderse en regiones,
abisales parajes
donde palpitan vapores
persistentes,
el mito adquiere forma
y apareja
el tiempo sus agallas,
renovar en la arena la
huella de la noche,
endulzar con saliva los
caminos de sal,
y buscar en los ojos
del mar enamorado
el verde más profundo
donde conjugar la luz.
Amar, amar tan sólo, sin preguntar siquiera
por qué el amor
mantiene a flote,
fuera del mar, la vida.
El mar (el mar, la mar —¿qué importa?—) lo descubrí en Castilla antes de
que mis ojos contemplaran por primera vez el Cantábrico en la bahía se la Concha
o se acostumbraran a los rojos atardeceres mediterráneos. Así pude escribir, años
más tarde, un Romance marinero de
Castilla. El mar de mis primeros poemas es un mar sin nombre, un mar ideal o arquetípico, como ciertos
amores. No sucede tal en Los nombres del
agua, acuoso poemario de amor (fue premio Amantes de Teruel en 2020) donde el mar es escenario concreto en
muchas composiciones. Hay, pues, muestrario para elegir y da hasta para futuros
golpes de esencia marinera. Al tiempo. Disfruten del mar quienes lo tengan
cerca en este otoño caliente.
Fue una tarde memorable, en que la mar se vistió de gala, bailando sus olas mansamente, al ritmo de nuestros versos, agradecida por ellos.
ResponderEliminarSaludos.