Cuando presenté Orto, mi primer libro, en la casa de Andalucía de Barcelona, allá por el 79 u 80, conocí a Julián Gustems, un escritor que me facilitó direcciones de revistas en las que él publicaba y contactos para avanzar en la intrincada selva de la publicación de la propia obra, que, a fin de cuentas, es lo que buscamos quienes aspiramos a escribir con cierta asiduidad. Si uno no ve en papel lo suyo, no puede avanzar en la consecución de un estilo personal ni enfrentarse a nuevos retos. Probé con varios de ellos y fue el periódico mexicano El Siglo de Torreón, quien se mostró más receptivo. En su Taller Literario Don Quijote vieron la diáfana luz centroamericana, varios poemas que luego formarían parte de De donde nace el viento. Aparecieron también dos pequeñas prosas. He extraviado el original que siempre remitían, pero conservo una fotocopia que apareció hace unos días y me ha permitido reproducir una de ellas (Remanso) en la semana 18.
El texto de la 19 (Salamanca no otorga), pertenece a una vivencia que envié al Orola de este año, cuyo tema es La Escuela de Salamanca. He de decir que la otra ya ha sido seleccionada para la antología de este año. Y van 10, si mal no recuerdo. Algún día hablaré de este certamen con detalle.
Últimamente he asistido a dos presentaciones de dos libros de peso: Los castillos templarios de España (526 páginas) de Jesús Ávila Granados y Letras Flamencas III (544 páginas). La presentación del primero aconteció en la biblioteca de Sentmenat donde tuve ocasión de saludar al amigo común Jaume Baigual con quien, muy posiblemente, compartiré recital, un mano a mano de versos, él en catalán, en castellano yo. Escuchar a Jesús Ávila hablar de los templarios es puro deleite. En este libro (el 117 de su prolífico autor) cataloga y explica 162 fortalezas, algunas en irreversible estado de deterioro. Tuve ocasión de charlar antes y después del acto, con Jesús y de degustar un par de vasos de vino de Batea (Terra Alta). Una tarde de miércoles bien aprovechada. Como lo fue la mañana del pasado domingo en la peña Los aficionados de Cornellà donde se presentó el tercer volumen que recoge, como los anteriores y los que vendrán, letras flamencas premiadas en el certamen que en Barakaldo organizan los Hijos de Almárchar de la localidad vasca. Este año van por la XXXVI edición y pienso participar. Cerró la matinal, con joven maestría y con el público puesto en pie, la cantaora sevillana Sonia Miranda, bien acompañada por Antonio Luis López a la guitarra. Luego vino el tapeo y la cervecita, como es de rigor.

Anteriormente hubo dos presentaciones en Cambrils que me perdí,
pero que no puedo dejar de reseñar por la enorme calidad de las obras y los
autores (hijo y padre, por orden de presentación): Cenotafios de Germán García Martorell (Premio Nacional de Poesía
Jovén Félix Grande, 2020), se presentó el 19 de abril. Es, según Fernando Parra
(Diari de Tarragona, 18/04/2022), “una auténtica ontología del lenguaje
explorada desde el propio lenguaje poético, metaliteratura de altos vuelos con vocación
transcendente.” Ramón García Mateos presentó su Comer, beber y contar tres días después. En la mesa, como maridaje
para estas historias arrimadas a la cocina
de la necesidad, vino... y agua (para disimular) Espero no tardar mucho en pasar
por la villa marinera y traerme los dos ejemplares firmados.
En menos de un mes tendré en mis manos Un puente atraviesa la noche, obra de teatro breve premiada en Albolote, editada junto a los otras ganadoras y accésits. También será representada. Un buen motivo para volver a Granada y pasar una semanita intensa y enriquecedora, tanto en lo material (¡qué buenas tapas!) como inmaterial (Federico y la Alhambra me esperan.)
Hablando de libros, Continuidad
de la luz tiene luz verde para abrir los ojos al mundo en Silva ediciones. Ya lo están maquetando
y Ramón García Mateos anda con el prólogo, que presumo singular y
sobresaliente, como toda su obra. Prosigue la línea, iniciada en Orento, de recoger en una de sus
secciones poemas premiados, en esta ocasión de 2015 a 2020. Y habrá continuidad
en unos años, seguro.
Seguro y contento estoy. Y es que publicar en una editorial tradicional en estos tiempos que corren es un lujo que hay que aprovechar.